lunes, noviembre 10, 2008

Príncipe de los modestos


(El Alta Gestión ganó al Vive Menorca tras enjugar una desventaja que llegó a ser de dieciocho puntos en el segundo cuarto. Oleson y Blanco, principales faros ofensivos naranjas)

Hay tendencias estadísticas que ofrecen viento a favor en según que rivalidades deportivas. Algo así se puede decir de los enfrentamientos que dirime el Alta Gestión frente al Vive Menorca. Los madrileños han ganado, como local, todos los partidos que ambos han disputado en la ACB. Los menorquines también fueron los oponentes de los madrileños cuando éstos ganaron la Copa Príncipe, en aquella temporada de redención en la LEB. El caso es que el partido del domingo confirmó esa tendencia.

El Fuenla se llevó la victoria, sí, pero para conseguirlo necesitó sumar todo su orgullo, aptitudes defensivas y, por qué no decirlo, talento. Fue un ejercicio de redención que tuvo un desarrollo lineal, de manual. El asunto empezó con muchos tiros y numerosos saqueos de parte de los asaltantes baleares. Dirigiendo las operaciones, Poo Jeter, que se dedicó a embocar casi todo lo que tiraba mientras armonizaba el juego de sus compañeros. El base afroamericano encontró como principales cómplices a Badzaric, una máquina de repetición a la hora de encestar desde lejos, y a Bud Eley, el armario musculado que se mueve más grácilmente en la pintura de toda la dimensión ACB.

Enfrente, el Fuenla apenas se creía semejante avalancha de juego. El paradigma de esa situación lo representó, otra vez, Peter Jhon Ramos, capaz de mostrar apatía en defensa y reinventarse en la siguiente acción anotando con un bello (y eficaz) movimiento de ballet en el poste bajo ante una muralla llamada Elley.

El equipo se mantuvo medio erguido gracias a su electricidad ofensiva. Se notaba en el ambiente que Walters ha cogido, definitivamente, el timón de mando de los fuenlabreños. Gracias a su supersónico tempo de juego el intercambio de canastas llegó a ser frenético, lástima que el Vive Menorca hubiese golpeado primero (y bastantes más veces). Gracias a esa habilidad inicial, los isleños cobraron una ventaja de 18 puntos que, a mediados del segundo cuarto, llegó a parecer incluso definitiva.

Fue en ese momento cuando entró en escena un guerrero llamado Antonio Bueno. El pívot vallecano es, a día de hoy, el termómetro emocional del equipo. Su carácter y garra resultaron contagiosos y a partir de ahí, con Walters y Mainoldi también entonados en esa faceta, los locales empezaron a voltear el marcador.

Todas esas maniobras resultaron un compendio de lo que debe ser un equipo en fase de rendición: máxima intensidad en defensa, un extra de agresividad ante cada duda y mucha velocidad y determinación en ataque. Salvando las enormes distancias, algo parecido a lo que este verano hizo el equipo estadounidense para colgarse el oro olímpico. Metidos en esa dinámica, brilló con talento propio Brad Oleson, autor de un puñado de jugadas fantásticas, tiros ejecutados desde tres metros y medio por encima del suelo y entradas a canastas que ora eran bombas tipo Navarro ora se convertían en canastas fáciles gracias a su habilidad para conjugar potencia y habilidad. Todo eso para sumar 22 puntos y 3 asistencias. A su lado, igual de eficiente pero más tímido, Blanco producía en capítulos más diversos para terminar con 22 puntos y 2 asistencias.

Con esa munición y un público entregado, el equipo sólo tuvo que dejarse fluir para delirio de una afición que se entregó de nuevo en asistencia (5.200 espectadores) y entrega. El caso es que ya son los primeros de los humildes, novenos, con las mismas victorias que algún rico semiarruinadao como el Madrid. En los próximos encuentros averiguaremos si este equipo puede pasar de aspirante a príncipe, y de príncipe a rey en una misma temporada. La aventura continúa.

No hay comentarios: