Mostrando entradas con la etiqueta XABI ALONSO. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta XABI ALONSO. Mostrar todas las entradas

viernes, julio 06, 2012

Un espejo en el que mirarse


Después de la glaciación de las frustraciones, el fútbol se puso sinfónico. Y escogió a unos perdedores con carisma (autodestructivos, poetas y hedonistas) como embajadores. Esta selección suma al talento del Brasil del 70 o la Holanda del 74, la rapidez mental de los supervivientes y el racimo de unos valores que mantienen a raya al Impostor (más conocido como Éxito): humildad, compañerismo, respeto, paciencia  y sentido del humor (también para reírse de uno mismo).

La mayoría de sus los intérpretes de la Roja, como si la belleza cupiese en un sueño, tienen algo de los más grandes. Casillas gasta la autoconfianza (y la elegancia disuasoria) de Gordon Banks. Ramos concilia la serenidad majestuosa de Maldini, con el carisma de Camacho. Piqué es un cromo sin precedente, como si pusieses a un jugador de baloncesto a jugar con esa suficiencia ganadora que le lleva a golpear el balón como si llevase el batín y las zapas de casa, con momentos de inconsciencia para ir al ataque, locuras que remiten al patio de colegio.

¿Jordi Alba? Bueno, un periódico alemán lo calificó como un ángel sin alas y no existen motivos para desautorizarles. Álvaro Arbeloa es como ese empleado de correos que, sin levantar la voz, cumple sus encargos con la precisión de un cirujano.  Xabi Alonso es la quintaesencia de la elegancia, con los cambios de orientación de Schuster, la mala hostia de Odín y el primer toque de Guardiola. Otro que imita el nen de Samptedor es Busquets, cuya mitad de cuerpo es una escoba y la otra mitad procesa el balón con la sensibilidad de un violinista con pies.

Claro que si hablamos de dualidades pocos pueden presumir de ellas como Andrés Iniesta, que puede hacer de Xavi y de Messi (con mucho menos gol, cierto) en el mismo talento., que es tanto como decir que puedes ser Quentin Tarantino y David Fincher en la misma película.

Xavi es Magic Johnson camuflado en el cuerpo de un Shin Chan adulto; cada control orientado, cada pase que emprende este tipo es susceptible de abrir horizontes inéditos de juego; no extraña que sea uno de los alfareros más admirados por sus compañeros de gremio. Silva es un prestidigitador al que a veces le puede la timidez, pero que, cuando se deja fluir, es creatividad en movimiento. Y, arriba, tenemos una bicefalia que pone de los nervios a los centrales adversarios: Cesc es Platini en el siglo XXI y Fernando Torres, tan brillante como muchas veces impreciso, nos evoca (en algunos de sus galopadas, en algunos de sus goles plásticos) la figura del gran Marco van Vasten.

Qué quieren que les diga, el asombro se ha puesto la camiseta de España y uno no acaba de acaba de creérselo. Lo que quizá sea parte de la cima; luchar y jugar ahora, ignorando el pasado. 

miércoles, junio 30, 2010

El anclaje de moverse con criterio


A veces la vida se desdice con toda naturalidad. Donde antes parecía que los aficionados españoles estábamos condenados a partirnos la crisma con nuestro traje de malditos, ahora reluce el optimismo de que los tuyos no sólo ganan, sino que también lo hacen con buen gusto. Por mucho que nos agrade el titular de un periódico sudafricano: “España, belleza absoluta”, tampoco vamos a caer en una autocomplacencia tan grande.

Nuestra selección está jugando razonablemente bien. Mejor conforme discurre el campeonato. La derrota contra Suiza fue un palo. Pero luego nuestro equipo ha interiorizado unas cuantas lecciones. Frente a los inventores del reloj nos pudo el preciosismo. Con los hondureños jugamos atacados, presa de la ansiedad del que no tiene margen de error. Frente a Chile, sacamos nuestra versión más pragmática.

Ayer contra Portugal empezamos a acercarnos, por momentos, a nuestra mejor versión. Combinando momentos de geometría en la circulación de la pelota con algunos latigazos en forma de remates. Pero enfrente había un portero en trance llamado Eduardo, que por cierto suena como futurible para el Hércules el próximo curso.

Dio igual. La selección no perdió la paciencia. Me gusta este equipo porque, aún con algunas de sus piezas claves fundidas por la fatiga física, es fiel a un estilo. Ese estilo se resume en palabras como elegancia, buena lectura de los espacios y la factura técnica de los más grandes.

Para los recién llegados a este negocio puede parecer excesivo ese celo en ese deporte. Pero el fútbol no es uno cualquiera. En este juego prácticamente todo es posible. Es una democracia de las emociones. Donde cualquier gesta aguarda a ser realizada, con independencia de tu fuerza, talla, historial o procedencia. Lo único que importa son factores como el deseo, la mentalización, la táctica, el trabajo y, claro, el talento.

Lo mejor de este grupo es que unos cuantos ya han dado la medida de lo que son capaces. Pero otros todavía no se han desperezado. Y encima empaquetamos esas cualidades laborales con una impecable factura en la personalidad. Nuestros jugadores condimentan sus declaraciones con orgullo, serenidad, confianza, respeto, sentido común, prudencia y elegancia. Además de, inevitable, la ambición de los ganadores.

Cualidades que siempre han distinguido a Del Bosque. Este es un buen momento para reivindicar la figura del seleccionador. Tan cuestionada por algunos amigos. Del Bosque conoce mucho este juego y se expresa con la precisión de un senador romano. Pero odia estar en el centro de los focos. Por eso huye de los conflictos y atribuye siempre el mérito de sus logros a los jugadores. Pero lee como muy pocos los partidos.

Su cambio de piezas ayer en la delantera, Llorente por Torres, fue un movimiento clave en el destino del partido. El ariete riojano confirió más filo al ataque español. Tuvo dos o tres remates en boca de gol, que no encontraron la red porque enfrente Spiderman había poseído a Eduardo. Y empleó sus 195 centímetros para hacer la vida más fácil a sus compañeros. Al darle entrada, Del Bosque también tiró de filosofía oriental: todos sois importantes, a cada uno de vosotros os voy a necesitar en un momento dado.

¿Quién está a la altura (o mejorando) de su prestigio? Villa lidera esa lista. Es pillo, habilidoso y remataría con acierto hasta con un melón en juego. ¿Su secreto? Tiene grabada a fuego la portería, como demostró el día de Ecuador con el primer gol.

Busquets es un metrónomo en el centro del campo, Alonso toca de primeras como una religión y, en el centro de la zaga, Puyol y Piqué son un cheque al portador. Tanto que Menotti ha dicho del gigantesco central catalán que es el mejor central que ha visto desde Beckembauer. Ahí queda eso. En el caso del sobrino de Josep (sí, aquel ministro de Exteriores que hacía de la genuflexión ante Bush un tic nervioso), su secreto descansa en una infrecuente combinación de confianza y habilidades físicas y técnicas.

Otro que está mejorando su mapa es Sergio Ramos. ‘Caballo loco’ está feliz y hace de su carril una autopista hacia el éxito. Juega con descaro, exhuberancia física y grandes detalles cuando se trata de regatear, centrar y, a veces, tirar.

A medio camino, figuran una serie de jugadores que, si despiertan, harán más razonable esos sueños de mundial que ahora mismo tenemos. Xavi ayer se pareció si mismo. Le sobra calidad para filtrar pases en una muralla china y poco a poco interpreta mejor la superpoblación que ahora mismo tiene el tramo central de nuestro centro del campo.

Iniesta es una mezcla de Butrageño y Cruyff; es decir: un escándalo, pero le falta ganar en confianza, lastrada por las lesiones que le asedian últimamente. Aunque ya nos ha deleitado con algún eslalón o pase ganador. Por no hablar de su gol ante Chile (un poema a la sutileza). Casillas está en modo flan, pero poco a poco se va entonando, como en la salida con los pies que ofreció ayer, plena de concentración y anticipación.

Queda por ver al niño Torres. Del Bosque ya ha dicho que si no pasa nada raro será titular ante Paraguay. Sospecho que va a cerrar muchas bocas. Está jugando demasiado acelerado. Recién operado del menisco de la rodilla derecha, todavía le falta un punto de normalidad en la coordinación de los movimientos. Pero acabará apareciendo. Es la clase de jugadores que mejor lo hace cuando más adverso es su entorno.

El título de esta pieza responde a las buenas cotas de velocidad, armonía y sentido con los que nuestros jugadores se están moviendo en el terreno de juego. Esa inteligencia (y eficiencia) a la hora de ocupar el césped está siendo una de las claves de nuestro éxito. En la vida, como en el deporte, hay que saber ocupar los espacios. Cuando toca decir algo o no. Cuando hay que tirar del carro y cuando acompañar simplemente…

Detengo aquí el análisis, que si no el post se me va de madre. Simplemente, quería escribir estas loas para celebrar las buenas nuevas. Para reiterar mi confianza en este grupo y su piloto. Porque ahora mismo es un orgullo ver como este grupo de vecinos nos están representando con hidalguía en el gran escaparate internacional de sentimientos e identidades que es un mundial de fútbol. Vamos carajo. Avanti roja.