Haikus, liras, sonetos, submarinismo emocional...cine, series, baloncesto y algo de literatura; arrebatos y destellos para darle arraigo a la posibilidad. Lo mejor está por venir. A través de esa idea, vivo, disfruto y ordeno la realidad, que construimos juntos cada día :-). Un blog de Pedro Fernaud Quintana
jueves, diciembre 24, 2009
Feliz Navidad
Navidad era la estrella más brillante de su generación. Era guapa, también talentosa, tenía buena dicción y una irresistible manera de hacerse interesante. Sus silencios valían más que decenas de cajas de palabras. Tenía un traje rojo que enloquecía a cualquiera que tuviera la suerte de coincidir con ella en un salón.
El problema para Navidad era su facilidad con el gin tonic. Todo resultaba fácil. Incontenible. Pero Navidad escupía tristeza. Lo hacía a solas. En la buhardilla que tan pocos conocían. Lo único que a veces la salvaba era algún libro de arte, cuando no existían los libros de arte; le bastaba con su memoria relámpago.
Todo cambió para Navidad cuando hizo una visita a Palestina. Había muerte en cada recuerdo y los hombres miraban con un sentimiento de injusticia que profundizaba en las entrañas. Navidad quedó impactada. Tanto que detuvo su frenética cadena de visitas. Navidad miraba al firmamento y no recordaba nada parecido.
Quiso hermanarse con ese pueblo. Sintió frío. Mucho frío. Paso hambre. Pero esa gente se desvivió por darle dos comidas calientes en cada día que pasó con ellos. Miraba el firmamento y algo le dijo este es tu sitio. Al octavo día, conoció a un recién nacido. Le llamaban Jesús, o lo que es lo mismo: el que ha venido a sufrir.
El pequeño tenía algo muy parecido a la misericordia en los ojos y se dejaba custodiar por dos perros (famélicos) que le daban calor. Un milagro contra todo pronóstico. Los ojos de Navidad dejaron salir dos lágrimas de emoción, ella que había sido bautizada como la reina del distanciamiento en su mundo.
Escuchó su corazón y supo que era su sitio. Acompañó a la familia del pequeño durante dos meses y se comprometió con ellos. Les prometió que jamás le faltaría nada a su pequeño. Ni dinero para su educación, ni ayudas para mejorar las condiciones de vida de la comunidad que tan cariñosamente les había acogido durante ese tiempo. Os parecerá una historia dulce. Pero la vida a veces es un poco de calor.
Así que si me preguntas por mi estrella favorita: te señalo Navidad, la estrella que supo seguir su instinto cuando los de ahí arriba le pidieron un cable para inspirar al mundo.
(Para nuestra gente. Para los lectores de Misteriosas, con un árbol de gratitud por estar ahí. Para los que tienen calor estos días, para que lo conserven. Y para los que sufren estas fechas, para que encuentren lo que necesitan, aunque sean amparos que este occidental no acierta ahora a imaginar. Feliz día gente.)
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