jueves, abril 19, 2007

Temblando


Nombrando la multitud en silencio,
escoltada por ella,
la chica proyecta su asombro
sobre el enfurecido trovador.

Sus ojos comprenden rápido,
como dos sonajeros de luz
abandonados a su buena suerte.

No hay por qué decirlo,
pero la chica ha organizado el recital
y se refugia en el encuadre antitelevisivo de

la esquina.

Tiempo atrás
alguien
entrega la piel de su alma
al muy joven desgastado
que prueba engaños múltiples
ante los focos de

la ambición.

Al contrario de las otras,
a ella le hacen gracia los verbos equivocados
a través de los que filmar recuerdos en el futuro
(como para cambiarlos).

Lástima
no le haya salido bien la preferencia de
la esquina
y un recién llegado
no tarde mucho en
fascinarse ante su fascinada

forma de temblar el cuerpo.


Instintiva conmoción
idéntica
a la empleada por las ondinas cuando
llenan de lluvia el cuerpo de su

ex-ángel.

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