Los talleres de la materia y el fuego funcionan como una escuela de vida. En la misma, uno aprende (interioriza y recuerda) la importancia de aplicar la intensidad más adecuada a lo que hace.
La permanencia hace referencia a la continuidad para concretar los objetivos que nos planteamos y la pulcritud nos habla de la atención y el cuidado de los detalles para llevar nuestra intención a buen puerto.
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