De qué va. Han pasado ya dos años desde que falleciera una reputada fotógrafa francesa afincada en Estados Unidos, retratista de los horrores de la guerra en un mundo que necesita de esas imágenes para no anestesiarse del todo ante tanta tiniebla. La comunicación entre el marido de la fallecida y su hijo pequeño hace aguas. Mientras que el hijo mayor acaba de ser padre...aunque la palabra confusión tenga un uso diario en su diccionario emocional particular.
Con esas coordenadas, la convivencia entre los tres se verá
sobresaltada por un artículo que va a escribir un colega de profesión y viajes de la fallecida. Un
articulo que marcara la pauta de verdades importantes que los tres
protagonistas de esta historia deben afrontar de una vez por todas.
Es la primera película en ingles de su director, el noruego Joachim Trier, del que
a partir de ahora no habrá que perder la pista...Porque es una historia que primero desasosiega y lentamente conmueve, despertando también el asombro, la extrañeza y la ternura. Con espacio para un viaje cargado de matices en la que queda develada una sociedad en la que la incomunicación y la superficialidad desintegra puentes que se tienen que volver a tender; con nuevos-antiguos materiales como los que también se bosquejan en esta historia: audacia, comunicación, sentido del humor, valentía y ese intangible llamado amor cuyo aroma transpira en esta historia.
Las pegas. La película es dura, con pocas concesiones y por
momentos se hace difícil empatizar con algunas de las reacciones que tienen sus
protagonistas. También se echa de menos más sentido del ritmo en algunos tramos
de la historia.
El aprendizaje. En las guerras se hacen fotos del dolor, de personas que acaban de perder a sus seres queridos. Esa impunidad no existe en los tiempos de paz; a nadie se le ocurre pasarse por el entierro de unos desconocidos para tomar unas imágenes...moraleja: en una guerra la necesidad se desnuda y contar la desolación es más importante que el sentido de la privacidad. Las guerras socializan la destrucción y esa onda expansiva nos acaba llegando a todos...
Cuando verla. Cuando quieras cargar las baterías de
esperanza ante un mundo que se deshumaniza por momentos, previa terapia de
choque...El aprendizaje. En las guerras se hacen fotos del dolor, de personas que acaban de perder a sus seres queridos. Esa impunidad no existe en los tiempos de paz; a nadie se le ocurre pasarse por el entierro de unos desconocidos para tomar unas imágenes...moraleja: en una guerra la necesidad se desnuda y contar la desolación es más importante que el sentido de la privacidad. Las guerras socializan la destrucción y esa onda expansiva nos acaba llegando a todos...
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