Los italianos conservan la gentileza con los abuelos,
que adoran a los niños y se lo hacen saber.
La tragedia de Lampeduosa trajo las
antiguas familiares tinieblas.
Un barco en llamas y las aguas de la noche.
El Capitán apenas libera una frase que se le pega a la
garganta:
“niños, había tantos niños”.
Los mismos niños que, como en tantas otras fronteras,
viajan de noche, escondidos y perseguidos.
Y es que el país que adora a los niños tiene serios
problemas para
aceptarlos con la piel de noche.
(Gracias a Pablo Ordaz y al diario El País por poner palabras
a la tragedia de Lampedusa).
No hay comentarios:
Publicar un comentario