No se me ocurre ningún otro momento más especial. Ayer mi viejo amigo Alex me contó que va a ser papá. El muy zorro había escondido la buena nueva durante siete meses con todas sus lunas, en las que su novia Elena estaba alentando el milagro con toda la dedicación de las mamás primerizas. Enhorabuena a los dos. Lo mejor del viaje empieza a ahora. Todo han sido cambios en estos días para mi amigo. También se ha marchado de casa y ha creado su propio lugar en el mundo, algo que no se reduce solo a gastar toda la pasta gansa que tienes (y la que no tendrás).
Don Alejandro (ya no te podré mirar con los mismos ojos compañero) siempre fue un pionero para algunas cosas. El primero en echarse novia formal. El que más rápido se sacó el carnet de conducir. El primero en plantearse retos imposibles (una vida entregada a las causas humanitarias, argumentar la lógica de robots que todavía no existen...). Y, por qué no decirlo, el primero en flirtear con quinceañeras incautas cuando las salidas discurrían al ritmo del calimocho.
Pasó el tiempo. Nos hicimos mayores. Se nos desplomaron algunos sueños. Y nos refugiamos en la noche. También ahí se notó el carácter excesivo del señor Echeverría; no he visto a nadie con más sed en mi vida. Y no sólo en el sentido literal (esos rones caribeños). También en varios coincidentes. Mujeres y lugares. Aventuras y mujeres. Anécdotas y mujeres. Fue el primero en sistematizar un método para sacar el sí que todas las chicas llevan dentro. Lo tenía todo para lograr el objetivo: gracia, inteligencia, atractivo...A veces le perdía la sed, pero rápidamente giraba sobre sí mismo y seguía convirtiendo la broma en una guía para no aburrirse.
En algún momento lo noté perdido en su desfase, pero siempre supe que tenía una energía especial que salir adelante y convertirse en alguien más completo.
Particularmente, tengo un buen puñado de buenos recuerdos que no serán fáciles de perder. Como cuando llegó al equipo de baloncesto, desgarbado y talentoso, haciendo coreografías improbables alrededor del aro. El cabrón tenía clase, pero nunca llegó a implicarse demasiado en el equipo, supongo que es lo que tiene ser nuevo en el instituto y que la gente de un grupo se conozcan desde hace demasiado tiempo. Aún así recuerdo con cariño el buen rollo que generaba a su alrededor. Su llegada supuso un reto para espabilarnos y personalmente gané un amigo, un tío con el que era fácil bromear y hablar de temas profundos sin tener la sensación de ser un extraterrestre.
Ya de mayores, es uno de esos tíos que te inspira cuando hablas con él, porque siempre está cargado de proyectos...No para. Y lo mejor es que sigue siendo muy fácil reír con él por cualquier tontería. Seguro que sabrá transmitir esa energía a su nene. Entretanto, ha sido (joder, no dejas respiro) el primero en cargarse el rollo peterpanesco de que los muchachos tenemos miedo al compromiso.¿La clave? Esa energía especial a la que antes me refería. Si tienes un sueño, no lo dudes: fluye con él. Mi amigo sabe cómo.
Don Alejandro (ya no te podré mirar con los mismos ojos compañero) siempre fue un pionero para algunas cosas. El primero en echarse novia formal. El que más rápido se sacó el carnet de conducir. El primero en plantearse retos imposibles (una vida entregada a las causas humanitarias, argumentar la lógica de robots que todavía no existen...). Y, por qué no decirlo, el primero en flirtear con quinceañeras incautas cuando las salidas discurrían al ritmo del calimocho.
Pasó el tiempo. Nos hicimos mayores. Se nos desplomaron algunos sueños. Y nos refugiamos en la noche. También ahí se notó el carácter excesivo del señor Echeverría; no he visto a nadie con más sed en mi vida. Y no sólo en el sentido literal (esos rones caribeños). También en varios coincidentes. Mujeres y lugares. Aventuras y mujeres. Anécdotas y mujeres. Fue el primero en sistematizar un método para sacar el sí que todas las chicas llevan dentro. Lo tenía todo para lograr el objetivo: gracia, inteligencia, atractivo...A veces le perdía la sed, pero rápidamente giraba sobre sí mismo y seguía convirtiendo la broma en una guía para no aburrirse.
En algún momento lo noté perdido en su desfase, pero siempre supe que tenía una energía especial que salir adelante y convertirse en alguien más completo.
Particularmente, tengo un buen puñado de buenos recuerdos que no serán fáciles de perder. Como cuando llegó al equipo de baloncesto, desgarbado y talentoso, haciendo coreografías improbables alrededor del aro. El cabrón tenía clase, pero nunca llegó a implicarse demasiado en el equipo, supongo que es lo que tiene ser nuevo en el instituto y que la gente de un grupo se conozcan desde hace demasiado tiempo. Aún así recuerdo con cariño el buen rollo que generaba a su alrededor. Su llegada supuso un reto para espabilarnos y personalmente gané un amigo, un tío con el que era fácil bromear y hablar de temas profundos sin tener la sensación de ser un extraterrestre.
Ya de mayores, es uno de esos tíos que te inspira cuando hablas con él, porque siempre está cargado de proyectos...No para. Y lo mejor es que sigue siendo muy fácil reír con él por cualquier tontería. Seguro que sabrá transmitir esa energía a su nene. Entretanto, ha sido (joder, no dejas respiro) el primero en cargarse el rollo peterpanesco de que los muchachos tenemos miedo al compromiso.¿La clave? Esa energía especial a la que antes me refería. Si tienes un sueño, no lo dudes: fluye con él. Mi amigo sabe cómo.
Es un honor ver mi foto al lado de la del gran Kent Benson, uno de los mejores Hoosiers de la historia y primero del draft dos años antes de que naciéramos ;-)
ResponderEliminarMe ha desvelado tu mensaje y he decidido responder brevemente incluso estando muy lejos de casa ahora mismo, medio dormido y con los pelos como un troll del tesoro.
Es todo un placer ocupar un espacio en tu carismático y fantástico (aunque muy real) blog. La receta de la que hablas no sé si alguna vez la ha habido. Desde luego sí he tenido siempre una frase grabada a fuego muy sencilla: "cada cosa tiene su momento", que mi perenne naturaleza mística desplegó a su vez en tres verdades casi teologales: Tener vista para saber en qué momento estamos, cabeza para saber qué hacer en cada uno y un poquito de picante para llevarlo a cabo, sea fácil o menos fácil.
Gracias por este regalito, un abrazo fuerte socio.
Con tu permiso, me vuelvo a la cama. Buenas noches :-)
*Ey, la hora del blog va 3 horas retrasada, yo no respondí tan tarde.
Jajajaja, enorme, socio. Me alegro de que te haya gustado. Lo escribí de un impulso, estos días se me han ocurrido algunas anécdotas que hubieran enriquecido el relato, pero casi prefiero guardarlas en el bolsillo para futuros posts...
ResponderEliminarFiel a tus rituales, el comentario complementa a la perfección la semblanza; no sabía quien era el señor Benson, pero visto lo visto no iba desencaminado al escoger su sky hook para ilustrar este homenaje...Definitivamente, las horas de este post son muy engañosas (es lo que tiene escibir en un folio yankee).
Un abrazo