
Sabores privilegiados
encienden la noche
mientras te entra un ataque de niebla;
nostalgia de una vida que no encontrarás.
También elegancia para todos.
Y una ciudad decididamente bosque.
Catedral de personas que no insultan su destino.
Entretanto,
la amistad se abre paso con la discreción de
unas sonrisas
colocadas al lado del milagro.