La obra es un disparate poético que hace lo que se le pide al teatro: incomoda con su honestidad brutal, despereza las conciencias y consigue algunos momentos brillantes, llenos de ritmo, humor y lucidez, con puestas en escena repletas de surrealismo y provocación.
La sugerencia de algunas escenas (mérito de unos actores inspirados) llena de poesía y una tenue esperanza la mirada, mientras permite abrir una reflexión sobre el mundo embrutecido, irracional y mecánico que por momentos amenaza con colonizar nuestras conciencias.
En resumen: una buena píldora para no acabar cantando el cara al sol consumista en la próxima esquina vital. Agradecido por verla. Muy recomendable.
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