viernes, septiembre 25, 2015

Órbita Layca o cómo quitarle el traje de etiqueta a la Ciencia


Lo interesante de la televisión, como de la propia vida, es que ofrece muchas variaciones para poder acercarse y disfrutar de un mismo tema. En esa sintonía, tengo que decir que me gusta Orbyta Laica, el espacio de divulgación científica por el que ha apostado TVE desde la pasada temporada. Parece que no es una opinión aislada, porque en su primera entrega el programa recibió el Premio Zapping en la categoría de Mejor Programa Cultural, Divulgativo y Documental.


 El centro de gravedad de Orbyta descansa en el humor y la creatividad de Ángel Martín, que nos obsequia con canciones introductorias, pegadizas y surrealistas en el arranque del programa, para luego sazonar el resto del mismo con una manera divertida, a medio camino entre el cinismo de peluche y la guasa incisiva, de presentar a sus colaboradores, interrelacionar con su invitado y sacar punta a las realidades y teorías científicas que se van desgranando durante la media hora aproximada que dura el espacio.

En la primera temporada, aprendimos o, en el mejor de los casos, recordamos una cantidad estimable de conceptos, historias y personas que han marcado el desarrollo de la ciencia. A mi me cautivó la idea de que “somos monos cyborgs”, una manera ilustrativa de explicar el desfase que existe entre el desarrollo que hemos sido capaces de emprender en el ámbito tecnológico frente a nuestras carencias en el campo de la gestión de las emociones y el desarrollo personal, político, social y espiritual (la maduración de nuestra humanidad, en suma).



Es verdad que el programa tiene un formato que por momentos recuerda al trivial y el documental amable. La parte de Antonio Martínez Ron remite al Hormiguero por su manera simpática y elocuente de escenificar experimentos que prueban fundamentos científicos y que, en más de un caso, uno puede animarse a recrear en casa. Claro que la primera en aparecer en escena es la elegante periodista América Valenzuela, especialista en traer noticias llamativas, chocantes, del ámbito científico.

Por su parte, José Cervera ejerce de erudito caballeroso para relatar historias de la ciencia que provocan asombro, mientras que Clara Grima se pone la escafandra virtual para mostrarnos vídeos que no suelen dejar asiento a la señorita indiferencia. Aunque el eje que estructura el programa es la conversación que mantiene Ángel Martín, con los amigos que invita (por norma general, humoristas y gente del show business alternativo, como El Langui), regadas de anécdotas, bromas y veras, donde la ciencia acaba mezclándose con los proyectos y el cosmos del invitado.


Uno de mis momentos favoritos del programa es cuando Martín introduce los contenidos con un monólogo (posterior a la canción) donde, taza en mano, le quita el traje de etiqueta a la ciencia y al tiempo muestra su admiración e interés por algunos de sus hallazgos, sin perder de vista que la mejor manera de acercar algo o a alguien es bromearlo…Creo que por es funciona esta suerte de trivial catódico, por su combinación de rigor, humor, experimentación y cercanía. 

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