sábado, septiembre 12, 2015

cantar en silencio


Inclinó la cabeza. Se concentró en una respiración suave. Un caudal de quietud le recorrió por dentro. Su corazón se acompasó con el de su adversario. Se situó en posición de rezo musulmán. Y empezó a musitar “uno es todo, todo es uno”. Sintió una paz inmensa, producto de miles de meditaciones anteriores. Empezó a vibrar de una manera suave y alegre.

Y se le cayó un lápiz del bolsillo. Ese lápiz había pintado muchas palabras de gratitud, ese mismo lápiz con el que había dibujado cuentos para sus sobrinos, apuntado las próximas  compras o dibujado las redondeces de su novia. Su corazón cantaba en silencio. Ese lápiz con el que había hecho reír a sus padres y hermano también estaba rezando desde hace tiempo. De una manera sencilla y concreta, como se entonan las oraciones más auténticas.

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