domingo, noviembre 02, 2014

La isla mínima: el valor de lo sugerente en el territorio de la subsistencia


De qué va. Dos policías viajan hasta los confines de la belleza, la desolación y el encerramiento para investigar la desaparición de dos jóvenes. Su investigación será la exploración de un mundo impermeable al exterior, con sus propias reglas y unos traumas que parecen construidos en serie, tanto como para revelar de qué pasta están hechos los dos policías.

Por qué me gusta. Es una historia contada con elegancia, veracidad y la tensión narrativa que requiere el cine negro. La fotografía es sencillamente espectacular. Y las interpretaciones de los actores protagonistas (Javier Gutiérrez y Raúl Arévalo) resultan tan logradas como concertantes, en una historia donde menos es más. Y el valor de la sugerencia convive como puede con la miseria moral y el ecosistema de la subsistencia humana que se retrata.

Pegas. Por momentos, aprieta la paciencia su pausado tempo narrativo, y quizá se podrían haber desarrollado más algunas situaciones o dibujado mejor algunos personajes, como la de la madre de las adolescentes desaparecidas.

Cuándo verla. Adecuada para un viernes lluvioso o cuando estés especialmente contento, nunca está de más recordar de dónde venimos, para no perder la perspectiva. También ahora, cuando parece que el país vive el apocalipsis y en realidad estamos asistiendo al develamiento de los cortijos de poder en el que han convertido esta historia un puñado largo de jetas, con ínfulas de mafiosos de guante blanco.

(Seguiremos informando de la coreografía de un sistema democrático como el nuestro que, como adolecente que es, todavía está protegiéndose de los golpes y aprendiendo a encontrar su sitio. O sus sitios…)

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