54 años. Una ex-esposa que me quiere ver. Dos hijos que viven lejos. Un barrio en el que te pueden robar la tristeza. Desorganizado. Adicto al juego de los flechas pequeñas. Tres duchas diarias. Buen sueldo, regular fachada. Mano con las enredaderas. Bebedor paciente. Mal humor siempre que no sea de noche. Voz de gruta.
Se inclina, con el pitillo publicado en la ceniza:
"amigo, mejor que no salga de aquí, pero tu búsqueda no puede romper nada"
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