(El Alta Gestión ganó con solvencia al Tau (103-90) en un partido para la antología, donde Walters, Saúl y Oleson marcaron la diferencia con 20 puntos cada uno)
Hay mañanas que parecen concebidas por el mismo arquitecto que un día se inventó los arco iris. El Alta Gestión disfrutó de uno de esos días este domingo, donde protagonizó uno de sus partidos más completos de la temporada, sino el que más, para someter con claridad al líder de la liga regular (condición que ya tiene asegurada matemáticamente): el Tau Vitoria, que dio mayor lustre al triunfo naranja porque compitió con fiereza.
Tanto corazón pusieron los vitorianos que Prigioni (8 asistencias) estuvo a punto de enloquecer, en un lance del último cuarto. El base argentino, víctima de la frustración, le propinó un puñetazo a Leo Mainoldi (14 puntos y 5 rebotes), uno de los hombres clave en la victoria naranja. Pero para llegar a ese estallido de locura ‘pepiana’, el Fuenla hizo muchas cosas bien que posibilitaron que germinara ese sentimiento de impotencia en el emperador de la fase regular de la ACB de esta temporada.
El partido despegó con un intercambio de golpes que, tal y como dicta el sentido común, beneficiaba al equipo con mayor potencial en su plantilla. Así las cosas, el Tau lideró el primer cuarto, amparado en el talento de McDonald y Mickeal en la pintura. Pero el segundo acto cambió de ambientación; entró en escena el estilo criterioso y pausado de Ferrán en la dirección y la temperatura defensiva subió unos cuantos grados con la presencia de Mainoldi y Guatvo Ayón, ese rocoso pívot mejicano, que dejó buenas sensaciones en su debut ACB con una defensa aguerrida sobre Splitter.
De repente, el público entró en estado de ebullición. Al frente de esa efervescencia se situaron Saúl Blanco y Brad Oleson, que lo hacía prácticamente todo bien. Cada uno de ellos ha llegado a su mejor versión a la recta final de campeonato; Saúl levita cuando bota el balón. Acelera, frena y vuelve a acelerar, combina cambios de ritmo y dirección y tiene un plus en el aire que le permite conciliar plasticidad y acierto.
Un regalo para este deporte. Con semejante nivel, el escolta-alero ovetense se está ganando por derecho una plaza para integrar la selección que este verano disputará el europeo de Polonia, porque encima entiende el juego y hace casi siempre lo que más le conviene al equipo; en esta ocasión se marcó un 50% de acierto en triples (4 de 8), capturó 4 rebotes y dio 3 asistencias.
A su lado, con un estilo de juego por lo menos igual de inteligente, emergió la figura de Brad Oleson, que ha recuperado su swing. El escolta alaskeño ejecuta el juego a una velocidad superior a la del resto y esa eficiencia nace de su intensidad mental. Lo que de verdad hace especial a este jugador es la paciencia con la que espera su momento, como interpreta cada acción con picardía y escoge la opción que más le conviene a su gente.
Por ejemplo, impresionó cuando se marcó un triple de ocho metros que, por electricidad, no tiene nada que envidiar a los personajes del universo Matrix. En otro lance imitó a Tarzán, se aporreó el pecho con insolencia (pidiendo a sus compañeros un aclarado para jugársela él) y anotó fácil tras una virtuosa entrada a canasta.
Enfrente, su defensor, Igor Rakocevic quedó tocado en su orgullo. E inició el tercer cuarto con un vendaval de acciones positivas para su equipo. Entre él y la consistencia de Mickeal y Splitter en la pintura, el partido se equilibró en el tercer acto. Pero fue un espejismo, porque este Fuenla tiene más armario de ropa que Jessica Alba.
Si quieren fiereza y autoconfianza, Anonio Bueno imparte una clase magistral esta temporada. Si prefieren una revolución creativa de frecuente acierto, su hombre es Kris Walters, que volvió a demostrar que su reino es de las segundas partes, cuando los cerebros se reblandecen y brillan los que de verdad creen en la victoria y tienen el descaro y talento para probar canastas impredecibles.
El Fuenla pues trituró al líder. En rueda de prensa, a Dusko Ivanovic le costaba encontrar explicaciones. Quien sabe, quizá un fantasma matilleaba su pensamiento; un Alta Gestióncomo primer escollo en el camino hacia el título. El caso es que el equipo de Luis Guill hizo un partido soberbio, con el corazón caliente en defensa y la puntería afinada en ataque. Gracias a la derrota del Ricoh ante el Granada en su propio feudo, el Fuenla ya es octavo, a una victoria del Pamesa, que descansa esta próxima jornada. El sueño sigue este jueves en Bilbao.