(El Alta Gestión gana a domicilio al Bruesa San Sebastián gracias a un último cuarto pluscuamperfecto, tras un partido mediocre. Antonio Bueno y Kris Walters guiaron al conjunto naranja a la victoria)
La selección española está de moda. Agrada al mundo con su fútbol de toque e impresiona con su facilidad para tumbar a los rivales gracias a su pegada. Dicen que se trata de la personalidad superior que poseen los ganadores, capaces de llevarse el triunfo aún cuando en el balance global del encuentro no lo merecen. A esa categoría postula el Alta Gestión en el último tercio de campeonato. El equipo de Luis Guill no chispea como a mediados de curso, sufre más de la cuenta en los partidos, pero ha desarrollado una piel áspera que le permite domar a rivales que aparentemente le gobiernan.
El partido de San Sebastián de este domingo se inscribe en esa vertiente. El Bruesa dominó el partido desde el principio. En defensa, asfixió a los jugones exteriores naranjas. Y en ataque utilizó el ataque en manada, con la mayoría de sus mejores hombres ofreciendo su versión más acabada: Lou Roe, Doblas y Hopkins producían en la pintura y Andy Panko se reivindicaba como jugador total (12 puntos, 10 rebotes y 7 asistencias), para disgusto de Matías Sandes, al que los árbitros le pitaban falta hasta cuando intentaba peinarse su ingrávido peinado.
Por si fuera poco, Isaac López se unió a la fiesta desde la larga distancia. El tercer acto resultó una prolongación del manto de flores local. Imitando la belleza de la ciudad que lo alumbra, el equipo donostiarra competía como si un perro adolescente (los hay a decenas en la Concha), pleno de energía y sentido lúdico. Las gradas rugían y el Fuenla se aferraba al mismo argumento ofensivo: Antonio Bueno (28 puntos y 3 rebotes).
El pívot vallecano se ha convertido en un guerrero samurai, cuya cabeza sólo concibe la victoria. Por eso ha ampliado su panoplia de recursos en la zona. De espaldas al aro, puede hacer pupa desde casi cualquier posición, aunque su argumento favorito es el semigancho. De todos modos, donde mejor queda retratada su sintonía con sus compañeros es en las acciones de pick and roll, donde se sincroniza como un reloj con Walters, Oleson o Saúl. Los acompaña y anota como prolongación de sus jugadas.
Así que, en cierta manera, se puede establecer una asociación entre las tribulaciones estadísticas de Oleson y el irresistible ascenso del madrileño de 209 centímetros. Bajo su ala, el equipo de Guill aguantó en sus horas bajas. “Por primera vez en la temporada, hemos tenido falta de actitud en algunos tramos del encuentro y esto es algo que no podemos permitirnos”. Así es, el Fuenla penó durante la mayor parte del partido porque no tuvo mordiente defensiva. Se dejó llevar y casi lo paga caro.
Por suerte, este equipo tiene orgullo y un puñado de talentosos que no dejan de sorprender. Galvanizando el juego, emergió otra vez Walters (17 puntos y 5 asistencias), quien puso sinfonía en el vértigo. Oleson pidió las bolas más comprometidas y se redimió de su pésima primera parte, con varias acciones clave. Y Saúl siguió haciendo casi todo bien (15 puntos, 5 rebotes y 5 asistencias). Juntos compusieron una oda al baloncesto ofensivo en el último acto, donde cobraron suficiente ventaja (14-29) como para voltear un encuentro que puso de relieve la consistencia mental de este equipo.
La selección española está de moda. Agrada al mundo con su fútbol de toque e impresiona con su facilidad para tumbar a los rivales gracias a su pegada. Dicen que se trata de la personalidad superior que poseen los ganadores, capaces de llevarse el triunfo aún cuando en el balance global del encuentro no lo merecen. A esa categoría postula el Alta Gestión en el último tercio de campeonato. El equipo de Luis Guill no chispea como a mediados de curso, sufre más de la cuenta en los partidos, pero ha desarrollado una piel áspera que le permite domar a rivales que aparentemente le gobiernan.
El partido de San Sebastián de este domingo se inscribe en esa vertiente. El Bruesa dominó el partido desde el principio. En defensa, asfixió a los jugones exteriores naranjas. Y en ataque utilizó el ataque en manada, con la mayoría de sus mejores hombres ofreciendo su versión más acabada: Lou Roe, Doblas y Hopkins producían en la pintura y Andy Panko se reivindicaba como jugador total (12 puntos, 10 rebotes y 7 asistencias), para disgusto de Matías Sandes, al que los árbitros le pitaban falta hasta cuando intentaba peinarse su ingrávido peinado.
Por si fuera poco, Isaac López se unió a la fiesta desde la larga distancia. El tercer acto resultó una prolongación del manto de flores local. Imitando la belleza de la ciudad que lo alumbra, el equipo donostiarra competía como si un perro adolescente (los hay a decenas en la Concha), pleno de energía y sentido lúdico. Las gradas rugían y el Fuenla se aferraba al mismo argumento ofensivo: Antonio Bueno (28 puntos y 3 rebotes).
El pívot vallecano se ha convertido en un guerrero samurai, cuya cabeza sólo concibe la victoria. Por eso ha ampliado su panoplia de recursos en la zona. De espaldas al aro, puede hacer pupa desde casi cualquier posición, aunque su argumento favorito es el semigancho. De todos modos, donde mejor queda retratada su sintonía con sus compañeros es en las acciones de pick and roll, donde se sincroniza como un reloj con Walters, Oleson o Saúl. Los acompaña y anota como prolongación de sus jugadas.
Así que, en cierta manera, se puede establecer una asociación entre las tribulaciones estadísticas de Oleson y el irresistible ascenso del madrileño de 209 centímetros. Bajo su ala, el equipo de Guill aguantó en sus horas bajas. “Por primera vez en la temporada, hemos tenido falta de actitud en algunos tramos del encuentro y esto es algo que no podemos permitirnos”. Así es, el Fuenla penó durante la mayor parte del partido porque no tuvo mordiente defensiva. Se dejó llevar y casi lo paga caro.
Por suerte, este equipo tiene orgullo y un puñado de talentosos que no dejan de sorprender. Galvanizando el juego, emergió otra vez Walters (17 puntos y 5 asistencias), quien puso sinfonía en el vértigo. Oleson pidió las bolas más comprometidas y se redimió de su pésima primera parte, con varias acciones clave. Y Saúl siguió haciendo casi todo bien (15 puntos, 5 rebotes y 5 asistencias). Juntos compusieron una oda al baloncesto ofensivo en el último acto, donde cobraron suficiente ventaja (14-29) como para voltear un encuentro que puso de relieve la consistencia mental de este equipo.
Como de costumbre, me ha gustado la crónica (¿sabes que ahora juego al baloncesto y en el patio empiezan a llamarme el Bueno de Villaverde Bajo?), pero esta vez me ha impresionado aún más el dibujo del samurai. Quiero ser el samurai naranja de Alcalá Meco!
ResponderEliminarPancracius
jajajaja, touché Pancracius. A poco que pongas la mitad del corazón de Antoñete no habrá quien te tosa en la pintura carcelaria.
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