jueves, diciembre 11, 2008

El loco era Rocinante


Pelo de nieve
y la mirada de océano.

Te creería si dijeses
es construcción de trabajo en Varsovia.

Pero creció, se torció y ha sido feliz en Carabanchel.

El otro día descubrí que es Quijote.
Pero lo mejor será que se corra la noticia.
Que no se corra.
Todavía.

Quijote es bullanguero y habla en el curro
como habla en el barrio.

Su Rocinante, hijo de este tiempo, ya no piensa.
Tampoco bufa.
Aunque se le parece.
Y gasta mejor dibujo.

Gracias a Rocinante se ha pegado unas hostias
de competición contra los muros
y, secreto, ha hecho la puesta a punto en la
lencería de algunas de sus cautivas.

Rocinante, rocinante es rápido, más impaciente
que aquel mesetario.
Rocinante siglo XXI se mearía ahora
en las amapolas del Toboso.

Rocinante es el loco de este tiempo, sí.
Pasa de atascos.
Y enloquece a las mujeres.
Rocinante today no es un caballo.
Tampoco imaginación de escritor.

Si acaso,
leopardo musculado para esta tribu.

Y su Quijote,
caballero extravagante del 21,
se ha matizado el alma.

Sustituye la comida por cigarrillos,
sigue riendo a destiempo
y mezcla la jerga de un catedrátio con la de un broncas.

También tiene para vacilar a Humberto Eco
o dosificarle las dudas a la computadora.

El Quijote de nuestro tiempo nunca escribirá un libro.

A cambio, consume una dieta
donde se confunden
filosofías del futuro
y regiones del desencanto.

Algo como tener siempre la broma a punto.

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