El Gran Torino.
Personal, universal.
El matiz vital.
Haikus, liras, sonetos, submarinismo emocional...cine, series, baloncesto y algo de literatura; arrebatos y destellos para darle arraigo a la posibilidad. Lo mejor está por venir. A través de esa idea, vivo, disfruto y ordeno la realidad, que construimos juntos cada día :-). Un blog de Pedro Fernaud Quintana
Hombre de acero.
Confrontar los peligros.
Cuidar la gente.
La fragilidad.
Proteger lo importante.
Ingenio sexy.
Fuente de foto: Cómic para todos
Impulsar jóvenes.
Voto a trabajadores.
Empresa social.
Lo progresivo.
Gravar los patrimonios.
Justicia social.
Indicadores.
Es educar y sanar.
Formar conciencias.
Intuición.
Relámpago en la banda.
Centros de seda.
Seis de Leyenda.
Puente generacional.
Copas de Europa.
El compromiso.
Una vida en merengue.
Gratitud vital.
Fuente de foto: El Diario Montañés
El aislamiento.
Encontrar un amigo.
Superar traumas.
Descubrir diario.
Compartir el camino.
Saber decir ciao.
Fuente de foto: Amazon
El siglo trece.
Cómic de Jesucristo.
Trazos con carácter.
Fuente de foto: Esculpiendo el tiempo 2.0
El Cielo sobre Berlín relata la historia de dos ángeles que velan por los habitantes más frustrados, deprimidos o desorientados de la ciudad germana en plena postguerra (la herida que simboliza el muro es patente durante toda la historia). Lo hacen de una manera atenta y repartida, acompañando a sus custodiados con sutileza y mucha compasión, brindándoles momentos de alivio y esperanza, aunque respetando su capacidad de elección. Sin embargo, todo cambia cuando uno de estos benefactores alados, Damiel (interpretado con maestría por Bruno Ganz) se enamora de una atractiva trapecista, Marion (Solveig Dommartin, que borda el desamparo y el hambre sentimental de la joven)...
¿Qué pasaría si probáramos por primera vez un café o descubrieramos de repente la formidable gama de colores que alimenta una creación? Algo así experimenta el ángel más humano de esta historia, bien alentado por la simpatía de Peter Falk (eterno Colombo), que, con insuperable humor, siembra la duda sobre ángeles que pueden estar viviendo entre nosotros con mucha discreción…esta película educada la mirada y mestiza la sensibilidad, como suele pasar con las obras del cineasta alemán Win Wenders, cuyos tempos ponen a prueba la paciencia y dejan espacio para la poesía. La peli funciona a medio camino entre la fantasía, el drama, la comedia y el romanticismo. A veces se le va mano con los versos recitados y, a pesar de todas estas reticencias, funciona como un canto a la vida, que crece conforme simpatizamos con esa manera en la que Damiel cambia la inmortalidad por la conciencia de un tiempo finito y preciado, en el que lo mismo hay espacio para admirar y vibrar junto a tu pareja que probar a correr o celebrar la belleza de las composiciones de los artistas del muro.
Hay algo esperanzador en la manera en que este antiguo ángel tiene ganas de aprender de sus semejantes y de la vida...a través de unas nuevas alas, hechas de curiosidad, simpatía y gestos...sutiles, llenos de confianza en lo que puede traer el encuentro con los otros.
En la calle, un frío polar desanima a los más aventureros. Ella está agradecida por esa quietud. Toda la casa está caldeada. En particular, la habitación donde lee. Envuelta en la mullida manta, recorre su propio relato con el asombro de quien aprende a reconocerse. Nunca imaginó que su vida del futuro sentiría compasión y hasta un pellizco de nostalgia por todas aquellas noches de búsqueda. Joel tira de la manta y le pide que le lea el cuento de La imaginación. Supone entonces que algún día el Joel del porvenir buscará ese cuento para entrar en el pasadizo de la perspectiva y la esperanza. Ese que se borda con el afecto de la reconciliación.
Autor y fuente de la foto: Nordseher, de Pixabay