lunes, junio 29, 2020

Tiempos postmodernos: un diálogo solidario en el que todos somos necesarios



Pocas veces tiene uno la fortuna de escribir sobre un libro que elaboró su padre. Esa alegría y esa gratitud se intensifican si miro para atrás y compruebo que han pasado ya 24 años desde que mi padre falleció. 

Agradezco por la trascendencia que regala la faceta memorial de las páginas impresas y, sobre todo, por el compromiso con la vida y el pensamiento que mi padre desplegó durante sus 56 años de existencia y que sintetizó en este ensayo que os comento hoy aquí: 'Tiempos postmodernos', con el que por cierto ganó el Premio Ciudad de Irún de Ensayo en 1994.

El libro funciona, a un tiempo, como amplio y profundo reportaje sobre la historia de la filosofía, así como ensayo lleno de referencias culturales y filosóficas para plantear cuál es/puede ser el destino de la cultura en la estructura social de la era postmoderna.

El libro se lee con agrado y con interés. Está repleto de erudición, y ese rigor en la argumentación y las referencias aporta riqueza intelectual y entendimiento al lector, que a veces debe arremangarse para acceder a la esencia de un discurso que entreteje altas cotas meditativas de pensadores como Platón, José Ortega y Gasset o Jurguen Habermans, por citar sólo a los tres filósofos que de manera primordial vertebran la reflexión del autor, que apuesta por "una mutua fecundación epistemológica entre la acción comunicativa de Habermas y la razón narrativa de Ortega".

Según Fernaud: “tanto en Ortega como en Habermas, la razón no es algo dado, sino una potencia o facultad que se construye y se conquista: el desarrollo humano es un 'aprendizaje de racionalización'. Razón y acción son movimientos mentales para la comprensión e integración de la circunstancia vital, para la aprehensión de la realidad en sus conexiones, que permite orientarnos en la existencia y saber a que atenernos. La razón al servicio de la vida, y no al revés".



Por el camino, el periodista y filósofo tinerfeño nos regala algunas reflexiones cargadas de lucidez y esperanza. A saber: "progresar es compartir", un aforismo que expresa su convicción de que la humanidad debe aspirar a nivelarse, democratizado sus logros, cultivando los espacios de encuentro y combatiendo de manera cooperativa sus limitaciones, para posibilitar así áreas conjuntas de desarrollo, que se va tejiendo en el hacer colectivo, a la manera de un diálogo plural de vertiente socrática.

En esa línea funciona, por ejemplo, su reivindicación del legado de Platón "cuya obra no consiste en algo pensado sino en un acto de pensamiento...un proceso inacabado y abierto de pensamiento, con todo un lastre inevitable de hojarascas, de repeticiones e incluso de contradicciones". Un método dinámico que transpira en este diálogo intercultural e intergeneracional, en el que el autor conversa con pensadores tan diversos entre sí como René Descartes, Immanuel Kant, Friedrich Nietzsche, Martin Heidegger, Noam Chomsky, Karl Jaspers, Ramón Xirau, Manuel Cruz, José Luis L. Aranguren, Milan Kundera...

De la visita a esa constelación de filósofos surgen algunos aforismos inspiradores, como la interpretación que hace Xirau de la razón vital orteguiana: “la razón vital significa que es necesario razonar viviendo y vivir razonando“. Por el camino, Fernaud reivindica el valor de contar las historias, por muy desagradables y horribles que estas sean, puesto que conocer esas realidades (pone el ejemplo de como en su momento apenas se dio difusión a las atrocidades que se cometieron en el Estado Libre del Congo, en aquel momento bajo el dominio del Rey Leopoldo II de Bélgica, un territorio que corresponde con la actual República Democrática del Congo). 
Crímenes, que, sin embargo, fueron bien documentados y que nos recuerdan la importancia de narrar las injusticias que suceden en el planeta para tomar conciencia de ellas y posibilitar que puedan ser modificadas.

En esa sintonia funciona también su crítica a la manipulación informativa que practicó la cúpula militar estadounidense durante la primera Guerra del Golfo (1990-1991). En palabras del autor de Tiempos Postmodernos "vivimos en una era apasionante, en la que asistimos a la transformación en vivo de la conciencia humana. Vivimos en una era planetaria, en la que todos estamos inscritos en la misma actualidad, sometidos a una vertiginosa aceleración histórica, que genera ritmos rapidísimos de cambio de paradigmas, que han hecho trizas los modelos y las pautas de comportamiento tradicionales". Un mundo y un momento, como el actual, en el que más que nunca queda de relieve la importancia de comprender (y cuidar) el vínculo entre lo personal y lo social, para construir una cultura no violenta de alcance universal que conecta la necesidad del ser humano con su libertad y dimensión solidaria.

En ese sentido, funciona también la idea de cultura que transmite este periodista canario, que trabajó durante más de 30 años en TVE, desempeñando funciones tan diversas entre sí como Director de los Servicios Informativos de la Segunda Cadena o corresponsal en Londres, entre otros menesteres: la cultura como lente que permite interpretar la realidad y también como herramienta de cambio activo, para transformar el mundo de acuerdo a los ideales que permiten comprendernos y articular un "diálogo solidario en el que todos somos insustituibles, todos somos necesarios".

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