sábado, agosto 24, 2019

Roás: el paraíso perdido de una aldea lucense



Este breve artículo también podría haberse titulado 'El afecto de los amigos con los que siempre juegas en casa". Por segundo verano consecutivo, el comienzo del Camino estuvo precedido por una jornada en Roás, una encantadora y, para los presuntuosos madrileños que la visitan :p, escondida aldea de Lugo.

Roás es el hogar de veraneo de Rubens y Auro, buenos amigos con los que nos hemos curtido en incontables aventuras, desde el sur de Italia a Cartagena, pasando por recitales poéticos cuasi clandestinos, postales reflexivas del encanto y los retos africanos o magazines radiofónicos veraniegos...

Siempre con un común denominador: la risa, la aventura y la complicidad. No necesariamente en ese orden. Estos dos años hemos tenido ocasión también de conocer mejor a los padres de Rubens: Fina y Artemio (natural de estos hermosos parajes), cuyas cualidades ponen de acuerdo la amabilidad y la socarroneria, el detallismo y la actitud de servicio.

Roás es una oda al aire libre a las aldeas gallegas. Su verdor es complementado por el encanto de las veredas, donde puedes transitar en bici sin mayores dificultades (en ese capítulo, mención propia merece la audacia de Francis, que ha montado en bici en estos dos años de manera bastante digna sin haberlo hecho antes en su vida...). 
Recorriendo esos caminos de tierra puedes topar con lugares mágicos, como esa granja en la que moran dos amables aldeanos y su hijo.

Lo mejor, decíamos, de esas visitas ha sido comprobar cómo la familia alumbrada y alentada por Auro y Rubens crece en plena forma. Eric está cada día más simpático, intrépido y dicharachero. Y Carla nos asombra con sus progresos: uno puede percibir un divertido sentido del humor en su manera de imitar e interactuar con la gente.

También da mucha felicidad comprobar cómo crece la madurez de nuestros anfitriones. Rubens es el talento para vivir la vida (ya sea conducir, organizar viajes, coordinar equipos humanos o escribir sobre una amplia variedad de temas), además de un tipo que hace del servicio un lenguaje de fraternidad, uniendo a la gente.

Y Auro una maestra de los detalles que cobijan y te hace sentir escuchado y cuidado. Aparte de una soñadora que se atreve a cumplir sus sueños (ya sea hacer una beca del ICEX en Sudáfrica, escribir un blog de referencia sobre Africa o hacer un viaje inmenso en el continente hermano o, próxima estación, realizar estudios superiores sobre el continente en el que empezó la odisea de nuestra especie).

Muchas gracias por tanta amabilidad y atenciones, amigos. Normal que durante el Camino os llevaramos dentro y os reconocieramos en el padre que cargaba con su pequeño (y que Francis quiso compartiros enseguida) o en esos haikus que surgieron a modo de gratitud y tributo.

¿El próximo reto? Hay unos canchas muy apetecibles al lado de casa, en el Parque de Ventilla...

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