martes, agosto 20, 2019

Los recovecos de la isla luminosa y los aprendizajes del Camino



Este verano ha deparado muchos momentos gratos y algunos aprendizajes de interés. Las vacaciones comenzaron en Mallorca. La tía de Francis, Helena, nos invitó a pasar unos días con ella y su marido, Walter, un simpático caleño cuya pasión por contemplar deporte nos deja al resto de aficionados en simples diletantes.

El resultado fueron nueve jornadas caracterizadas por la generosidad de nuestra anfitriona (que se pidió esos días vacaciones), que nos mostró cada rincón con encanto de la isla, y que nos agasajó con unos platos de primera, que posiblemente habrían dejado sin oficio al cocinero del Olimpo.


Mallorca tiene algo irreal y acogedor. Irreal por su inagotable costa y sus luminosos atardeceres, y acogedor por la simpatía y el cariñoso que nos brindaron nuestros anfitriones, a los que también se sumaba a veces José, el hijo de Walter, un veinteañero tan despierto como simpático.

En compañía de nuestros benefactores mallorquines hacíamos de todo: lo mismo veíamos a la España de Garuba y Aldana ganar el oro europeo SUB-18 en baloncesto que conversavamos sobre pasajes sagrados de la biblia, dada su devoción por el cristianismo evangélico -sí, la misma que profesa Keylor Navas-, del que forman parte activa. 


Esa dosis de descanso, camas de agua y baños de sol nos vino de perlas para coger fuerzas cara al Camino. En esta ocasión, optamos por el Camino Francés. Fueron jornadas de superar los límites: en los que se entremezclaron armonía, complicidad, momentos de dificultad, superación y aprendizajes.

El Camino meditar, compartir, deleitarte con la naturaleza verde y fresca galaica y poblar poemas (no necesariamente en ese orden).

Fue una maravilla compartir esta experiencia con Francis y fortalecer nuestro vínculo. Incorporamos muchos aprendizajes para leer con más detalle la situación (los enclaves del Camino Francés suelen estar abarrotados y es recomendable reservar todo con antelación), proporcionar (planificando etapas en los que prime el equilibrio en los recorridos) y ganar en empatía, templanza y perspectiva compartida.

  Próximo reto: ir aplicando lo aprendido en el día día del hogar. El curso viene cargado de desafíos, ya os iremos compartiendo algunos de ellos... buen día!

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