La noche es un aprendizaje para el corazón
Haikus, liras, sonetos, submarinismo emocional...cine, series, baloncesto y algo de literatura; arrebatos y destellos para darle arraigo a la posibilidad. Lo mejor está por venir. A través de esa idea, vivo, disfruto y ordeno la realidad, que construimos juntos cada día :-). Un blog de Pedro Fernaud Quintana
domingo, septiembre 30, 2012
sábado, septiembre 29, 2012
jueves, septiembre 27, 2012
lunes, septiembre 24, 2012
La diferencia está en la pasión que pones
¿Por qué se tiene más simpatía a esas personas que son
capaces disfrutar en los márgenes de la realidad? ¿Por qué algunos clubes se
parecen a ese amigo diferente que hace de la contra-broma un arte? ¿En qué
estantería colocas la humildad y la cercanía? El carisma, ese meteoro intangible
que rodea a algunas personas, descansa en esta pieza de vídeo, cortesía de
Canal Plus. El programa se llama ‘Club de fútbol’, la pieza aquí expuesta está
dedicada al CD Espanyol, y está presentado por un buen amigo de la universidad:
Víctor Gallo.
Difícil imaginar un presentador más apropiado para un
programa que quiere acercar la realidad cotidiana de los clubes de fútbol.
Víctor es obrero y elegante en el mismo trazo. Se forjó como narrador de partidos y ‘chico
para lo que haga falta’ en Radio
Getafe. Luego depuró su arte en Globo FM (donde también fue capaz de capaz de
reinventarse como hombre orquesta, a él, que no le gusta mandar, pero sí tratar
con la gente). El caso es que aterrizó en Canal + con muchas horas de vuelo.
Algo así como si colocaras a Basquiat delante de una pared en blanco, con un
cheque de colores al lado.
Durante muchos años, Víctor formó una pareja única con Óscar Cortina en Globo FM. Uno ponía la precisión entusiasta en la narración y el otro un toque irreverente y divertido para matizar jugadas o entrevistar al que hiciera falta (daba igual que le tiraran cubos de agua o que los guardias de seguridad le quisieran obsequiar con caricias varias). La gente que ama al Getafe vivió aquellos años, en la primera década de este siglo, con altas dosis de pasión y emoción, las que ponían nuestros amigos en el relato de las hazañas azulonas.
La otra noche tuve la suerte de ver este documental con una
mirada de agradecimiento y de nostalgia. Agradecimiento porque gracias a este
programa uno comprende la magia que desprende un equipo como el Espanyol, que
hace de la diferencia un arte, del trabajo una admiración y del sentimiento una
bandera. Nostalgia porque ya no veo a
mis dos colegas en una redacción atestada de papeles y entusiasmo. También porque
ya no podemos comentar los partidos del Fuenla en antena. Da igual, lo importa
se queda grabado en la emoción, como la que uno siente cuando ve a Pochettino
dejarse las pestañas para dar empuje al equipo de su vida mientras trata con
amabilidad (esa excentricidad de nuestro tiempo) al reportero.
Ahora que cumplimos la quinta jornada de esta liga y que los
periquitos navegan en el Infierno da Dante les quería enviar mis mejores vuelos desde esta bitácora. Lo mismo que para mis colegas, gente que hace del deporte
algo digno de ser celebrado.
martes, septiembre 18, 2012
viernes, septiembre 14, 2012
lunes, septiembre 10, 2012
domingo, septiembre 09, 2012
Una reconciliación con la dejadez y la impaciencia
Algunos viajes tienen algo de betadine espiritual. Más si
uno tiene la suerte de realizarlo con buenos amigos: Aurora (Auro a partir de
ahora) y Rubén (Rubens), más una amiga de ellos, Cristina (Cris). El escenario
de ese viaje interior ha sido el sur de Italia, uno de esos sitios sobradamente
preparados para enloquecer a aprensivos y maniáticos de la limpieza.
La aprensividad se puede disparar fácilmente (lo de la mafia
lo dejamos para otro día) con el estilo ‘no hay huevos’ con el que napolitanos
en particular y sureños italianos en general manejan sus machinas (coches en
italiano) y motos. La pereza para limpiar (o para gestionar ese asunto con un
mínimo de competencia) parece ser un debe general de Roma para abajo, porque en
la ciudad del Coliseo el corazón también se te cae a los tobillos cuando compruebas
con estupor que un cartón de pizza puede hacer de alfombra a una escultura con
más edad que la religión cristiana…
Bueno, hechas estas salvedades puñeteras, toca hablar bien
de este lugar del mundo. Y no precisamente por compromiso. En el sur de Italia
uno se reconcilia con la vida sin aditivos, sin capas de pintura de civismo o
cortesías de cartón piedra. Napoles es una balada gastada, también un sitio
donde el arte hiperrealista se reinventa con líneas de ropa rubricando
coloristas y divertidas muestras de creación cotidiana. Espontáneo también es el
carácter del napolitano, un tipo al que le encanta hablar contigo (no descarto
que la presencia de dos mujeres en nuestra expedición estimulara esa simpatía).
Por ejemplo, en un restaurante, cuando la medianoche estaba quitándose las
zapatillas, un amistoso lugareño nos arrastró a una charla con sus hijas
adolescentes (de origen semi-colombiano)que acabó derivando en palabras sobre
arquitectura, cine italiano y lugares recomendables de nuestro periplo.
El viaje dejó unas cuantas anécdotas muy divertidas,
toneladas de música diversa (tanto como meter en una misma batidora a un
baladista romántico y a un trepamuros de la canción punk) y una querencia por
el mar (hoy Mediterráneo, mañana Tirreno, pasado Adriático) bastante
comprensible debido al calor tropical, a veces con homenajes al mismísimo
Sáhara, que nos tocó aguantar en varias mañanas de sol poco misericorde.
Esos momentos en el
agua fueron todo un homenaje a la risa, el juego y el pique competitivo (no
siempre sano, para que nos vamos a engañar), con una minipelota (tres euros la
pieza, oiga) como hilo condctor. La punta de la bota tiene una fijación que
descorazona por privatizar algunas de sus palayas y anegarlas de casetas que
conforman algo así como el manual de buenas maneras de cómo afear el litoral. Pero
al mismo tiempo uno nunca ha contemplado unas puestas de sol tan fascinantes
como las de Sicilia o diversos puntos de Regio Calabria.
Esta parte de Italia cautiva por la espontaneidad de su
gente, por su cercanía. También por la filosofía vitalista que impregna sus
existencias. En cuanto al apartado gastronómico, digamos que su catálogo de
opciones no es las mil y una noches del buen yantar, pero lo que te ofrecen (pizza
y diversos tipos de pasta) está muy rico y servido a un precio más que
razonable. Particularmente, me quedo con los gnocchi. Muy sabrosos (por lo que
he averiguado es la única ‘pasta’ del mundo hecha con patata), sobre todo con
salsa de pomodoro (tomate en italiano) y digestivos.
La mayoría de las ciudades
que visitamos tienen una historia de enciclopedia, impresiona pensar que la
mayoría de ellas dejaron su esplendor hace muchos escalones atrás en la
historia. La mayoría estuvieron más poblados hace décadas, cuando no siglos y
algunos lugares, como Siracusa, eran puertos-estado que marcaban la tendencia
en el litoral mediterráneo. Por norma general, los pueblos de la costa
almafitana son un homenaje al encanto de lo pequeño y distinguido.
El viaje también ofreció la oportunidad de visitar algunos
lugares de la mitología antigua (Pompeya) y contemporánea (Corleone). De la
patria chica de Don Vito ya hablaremos con más detalle en otro artículo;
respecto a Pompeya, estremece su historia. Un lugar próspero al que, de un día
para otro, aniquila lo que parecía un apacible monte alfombrado de flores. La
historia de los humanos disecados por la ceniza del Vesubio timbra la
curiosidad, pero una vez en las ruinas de la villa romana escasea su presencia
y acabas abrumado por un laberinto de canales donde el sol imprime una huella
que parece homenajear a la amenaza latente de un monstruo que puede volver a
despertar en cualquier momento.
Desde luego, lo que este lugar del mundo ha despertado en
nosotros ha sido admiración. Es un lugar donde la gente pasa de altas
aspiraciones y de deja guiar por el instinto. Para vivir, para reír (con
carcajadas de cómic), para dejar, en suma, que las cosas sagradas fluyan en un
caudal de abandono que te deja descolocado y que al mismo tiempo te enciende,
porque esa dejadez se ve compensada por una impaciencia para conducir, para
hablar, para nadar, para correr, como si la vida mereciera ser equilibrada en
una mezcla imposible de pasión y calma.
Autora de la foto: Aurora Moreno
Bari y la imaginación del cambio
Bari es la respuesta para los que dejaron de creer en la
armonía italiana.
Calles limpias como una declaración de admiración
y catedrales modelo Nicole Kidaman (tan blancas, tan altas,
tan elegantes).
En Bari hasta los castillos parecen concebidos por la
simetría.
Bari es también un hombre calvo, con la barriga de buda,
pescando a pleno sol mientras descuida el sándwich y
le contagia la meditación a la cámara de fluidez azul.
Bari es el miedo a que todo tenga un final.
El cambio nunca tuvo buena prensa, parece decirnos
el golferas de Antonio Cassano, baressi de pura cepa,
y genio extemporáneo del regate en sus ratos libres.
Bari es también una borrachera de luz,
una loca carcajada de “aún estoy aquí”.
sábado, septiembre 08, 2012
miércoles, septiembre 05, 2012
Las consecuencias no estar confuso
Hay algo sin sol
en los canales de una ciudad con dejadez.
Las frutas exhiben su sensualidad
y los hombres del otro sueño bromean
cuando le perdonan la desidia a las cartas.
Palermo tiene mal aspecto, pero también tiene sus momentos.
Algunas de sus exclamaciones (conocidas como iglesias)
convocan la piel y los duendes.
Además, claro, del respeto.
Una oración también puede ser una caja de cerillas.
Su vestido es de fuego y declive, como de nostalgia ficción.
Sus edificios tienen algo elegante,
como de mezcla,
dormitorios árabes, salones normandos,
iglesias barrocas y teatros…Nuevamente clásicos.
(Normandos,
insatisfechos del norte,
ganaderos primigenios,
expertos navegantes,
ligeros y resistentes…barcos)
Su noche tiene algo de marítimo diapasón.
Fabio nos concede palco preferente en su
estadio portátil (de color rosa, nadie es perfecto).
El tipo se ríe con el pique de un indio y un vikingo
(los normandos nunca se fueron del todo).
Cuando las velas se están apagando,
Di María nos recuerda el arte de creer.
Algunas lunas después, la fe se canjeará por unos cuantos
besos con Cibeles.
(Fotografía de Aurora Moreno)
martes, septiembre 04, 2012
Silencio
Cosenza tiene
la piel seca.
El silencio
es una intuición universal.
El tacto, la
nostalgia, la ausencia.
El gallo se
adelanta, vencido, y
señor perro,
más tabernario, se lía puñetazos,
los tipos de
esa silla dirían que ladridos.
La
habitación es un palacio ausente.
Casi tan vacío
como un actor sin guión.
Mientras,
las estrellas buscan echarle el lazo a un
soldador.
Soñador como
sinónimo de muy lejos de ahí.
Por esta
vez, como una barrera: incapaz de cortejar al momento.
No al menos
con la plenitud plenipotenciaria plenitud de los que hacen un todo.
Tanto todo
para tanto uno.
Demasiado
todo para tanto uno.
Al menos por
esta vez.
Apaga la luz,
esa que no aparece
en la furia,
y acaricia
la piedra.
Apenas los
coches apenas se atreven a respirar.
Consenza,
después de todo, es una ilusión menos.
Inclina la
tristeza,
perdona el
techo
y agradece
el horizonte.
El silencio
es una intuición universal.
(Imagen de Vicenzo Covelli)