domingo, julio 08, 2012

No hay límites


Ciento-cincuenta individuos ignoran el frío, el aliento de las bestias o el poder de la incertidumbre. Cada noche, celebran su prórroga en la eternidad de los ciclos solares. Comen con ganas y calientan sus cuerpos con ese mismo legado de calor naranja. Mientras lo hacen, sienten el dolor (de la pérdida, de las heridas) y también la alegría poderosa del momento, se acercan y permiten a las estrellas cobijar el espectáculo de la continuidad de la manada.


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