Vivimos en el miedo, del miedo, por el miedo.
El nuestro, universal, es el imperio del condicional.
Miedo por si hace frío (en los cambios).
Miedo por si hace calor (en los afectos).
Decirte una audacia amasarte dunas de dedos; al menos una vez.
Levanta la suela de ese mar como si no tuvieras que pensarlo.
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