jueves, enero 06, 2011

Noventa y seis castañas


La conciencia está como una nostalgia abarrotada. Cuadros, fotos, cerámicas, paredes, ternuras. Cuando habla, condecora la memoria con anécdotas de amistad y desencanto convertido en reconocimiento, cortesía de su tenacidad en el trabajo. El día está confuso. No sabe si ponerse a reír o conmoverse. Cada escalón en la conquista diaria merece naturalizarse, parece vivir. Josefa relata sus rutinas con gratitud de sabia.

Estoy bien, estoy bien. Los secretos cuelgan de esa luz indecisa del recuerdo. Josefa atravesó las mareas del tiempo dignificando su existencia. Muchas gracias. Se dice muchas veces. Tiene un mapa de la sencillez escrito en su conversación. Apenas oye. Apenas anda. Apenas se queja. Noventa y seis castaña y Doña Josefa, Pepi para la familia, venera la caja historias como una salvación. Mientras, bebe y come como una adolescente.

Hay algo irreverente y emocionante en su manera de entonar el final de la función.

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