martes, junio 22, 2010

Las diosas nunca pierden la compostura


Hace luz en el poblacho más visitado.
Edificios del diecinueve (siglos)
celebran la elegancia de dar más tierra a
los que pisan.

Buen viaje comparaciones.
Ha sido agradable.
Ha sido una naturaleza.

El oxígeno se hace el interesante.
Y el cielo se abre por completo.
Algo se derrite en tus memorias.

Los leones,
que rugen y también son instinto,
empiezan a sudar todo lo que a ti no te libera.

Están de agua.
Quizá lloran deshidratados.
Es simpática la escena.
Son fieros, pero también débiles.
Sea como fuere, no dejan de mirar con rabia
la fuerza del destino que guía su detención.

Son fieros, también débiles.

Esa mezcla es sinónimo de guiño.
Un guiño es poesía.
El guiño de una diosa, por ejemplo.

Ella tiene el pelo largo.
Frondoso diría Flaubert.

Su cabello está recogido con encanto.
Es una treintañera con resurrecciones de plena.
Sus movimientos son un anticipo.
Anticipo de imaginada
(tormenta).

Veneradas veladas en su mirada.
Transmite seguridad y elegancia.
Todo lo más: intercambio.
Proyecta naturaleza de ciudades.
Algo salvaje y sofisticado.
Dicen que es ‘la del pelo’.

Su belleza tiene algo profundo.
Mientras, vive en una normalidad que no se pregunta.

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