(El Alta Gestión perdió con nitidez ante el DKV Joventut (84-101) y desaprovechó su oportunidad de entrar en los play-off, en un partido caracterizado por la blandura defensiva naranja y el superlativo encuentro de Ricky Rubio)
El Fuenla ha llegado sin gasolina al tramo definitivo de la temporada; en los dos últimos encuentros, cuando se jugaba el trabajo de toda una campaña, su motor ha gripado y su defensa ha bajado la guardia, carente de la mordiente necesaria para opositar al triunfo.
El pasado sábado, la gente vino al Fernando Martín para el rodaje de un documental: culminación de un sueño naranja, y se encontró con un equipo falto de empuje en la retaguardia. Pero que al menos desplegó a ratos ese baloncesto fresco y brillante que le ha permitido ser el tercer equipo de la ACB con mejores registros ofensivos.
El principio de partido fue un hermoso intercambio de golpes, galvanizado por Leo Mainoldi desde la larga distancia (4 de 7 en triples) y gobernado por Jerome Moiso (14 puntos y 4 rebotes) en la pintura. El ritmo del partido era el del parpadeo de un rayo. Y en esas coyunturas quien mejor se maneja es Kris Walters, que, por esta vez, cambió su forma más habitual de actuar esta temporada y dio lo mejor de sí mismo en la primera mitad, donde repartió 5 de sus siete asistencias y anotó los 16 puntos que sumó en todo el partido. El Fuenla terminó ese primer acto con una ligera ventaja: 20-18.
La pena para el base letón fue que enfrente había una defensa de carteristas. Y el príncipe de los ladrones ACB es Ricky Rubio, que realizó seis recuperaciones. Ayer fue uno de esos partidos insólitos donde la hinchada se siente participe de un sentimiento contradictorio. A medio camino entre la frustración y la emoción poética.
Rubio dirigió a su equipo con la fineza de un tipo genuinamente versátil. Por momentos, Rcky parecía un repartidor de pizzas primerizo, irreprochable en la ejecución de la carrera y siempre con la sonrisa y el producto (una asistencia, ¿lo dudaban?) a punto.
Otras, se ponía el traje de mentalista y robaba las ilusiones, también la pelota, a los jugadores naranjas, que pensaban que por no tenerle enfrente estaban a salvo (la mayoría de sus robos surgieron tras un dos para uno). Aunque lo peor ocurría cuando le daba por comportarse como una estrella de rock: arrogante, carismático y resolutivamente creativo. Sobre todo, en la forma de improvisar genialidades en forma de pase y anotar con la misma templanza que un filósofo hindú.
Así hasta sumar 16 puntos y 10 asistencias. Cuando él juega, uno tiene la impresión de que el baloncesto es un deporte muy sencillo. Es lo que sucede con los más grandes. Su clase magistral puso por delante al DKV en la primera mitad.
El Fuenla, por su parte, exhibía dejadez en defensa, su zona 2-3 no funcionaba porque los jugadores no salían a puntear los tiros verdinegros con la determinación necesaria. Los locales se mantenían a flote gracias a la efervescencia anotadora de Oleson (22 puntos y 5 asistencias), dispuesto a parecerse a su mejor versión. Entre él y la clase de Saúl (16 puntos y 5 rebotes), el Alta Gestión aguantó el tirón de los catalanes.
Sí, el cuadro madrileño aguantó hasta que restaban quince minutos para el final del partido. A partir de entonces, el encuentro se quebró y comenzaron a llover triples verdinegros desde todas las posiciones. Por ejemplo, una canasta de nueve metros de Coby Kart que hubiera quedado niquelado en un anuncio de hamburguesas.
En esa coyuntura, se afianzó Bogdanovic, que hizo de su versatilidad una pesadilla para los hombres naranjas. También Jasaitis, que anotó casi todo lo que probó (3 de 3 en triples y 2 de dos en canastas de 2). El Fuenla tuvo algún arrebato de orgullo a cargo de Sandes en defensa u Oleson o Bueno en ataque. Pero, en general, naufragó. Walters se puso malo por culpa de la gripe Rubio y perdió hasta ocho posesiones. Aunque lo peor fue la falta de actitud del colectivo en las últimas defensas, parecida a la que se apreció la jornada anterior en Bilbao.
En suma, queda un regusto melancólico por este último trecho liguero. El equipo ha completado un curso fantástico, pero queda la sensación de que era el año para aparecer en la foto de los mejores. Para colmo de desconsuelo, perdieron Pamesa y Bilbao. Si el Fuenla hubiera ganado, estaría allí. El mejor resumen a la temporada lo puso Luis Guill en rueda de prensa: “Ha sido una temporada notable, habría sido sobresaliente si nos hubiéramos clasificado para los play-off”. Ambición y exigencia.
Ahí puede estar el futuro del Fuenla a corto plazo. Un futuro que ayer se empezó a estrenar con la despedida oficial de Ferrán López (inminente director deportivo) ante el público, en un emotivo homenaje a un hombre que ha simbolizado como nadie la garra, el orgullo y el carácter que han llevado al Fuenla a ser un equipo ACB consolidado.
El pasado sábado, la gente vino al Fernando Martín para el rodaje de un documental: culminación de un sueño naranja, y se encontró con un equipo falto de empuje en la retaguardia. Pero que al menos desplegó a ratos ese baloncesto fresco y brillante que le ha permitido ser el tercer equipo de la ACB con mejores registros ofensivos.
El principio de partido fue un hermoso intercambio de golpes, galvanizado por Leo Mainoldi desde la larga distancia (4 de 7 en triples) y gobernado por Jerome Moiso (14 puntos y 4 rebotes) en la pintura. El ritmo del partido era el del parpadeo de un rayo. Y en esas coyunturas quien mejor se maneja es Kris Walters, que, por esta vez, cambió su forma más habitual de actuar esta temporada y dio lo mejor de sí mismo en la primera mitad, donde repartió 5 de sus siete asistencias y anotó los 16 puntos que sumó en todo el partido. El Fuenla terminó ese primer acto con una ligera ventaja: 20-18.
La pena para el base letón fue que enfrente había una defensa de carteristas. Y el príncipe de los ladrones ACB es Ricky Rubio, que realizó seis recuperaciones. Ayer fue uno de esos partidos insólitos donde la hinchada se siente participe de un sentimiento contradictorio. A medio camino entre la frustración y la emoción poética.
Rubio dirigió a su equipo con la fineza de un tipo genuinamente versátil. Por momentos, Rcky parecía un repartidor de pizzas primerizo, irreprochable en la ejecución de la carrera y siempre con la sonrisa y el producto (una asistencia, ¿lo dudaban?) a punto.
Otras, se ponía el traje de mentalista y robaba las ilusiones, también la pelota, a los jugadores naranjas, que pensaban que por no tenerle enfrente estaban a salvo (la mayoría de sus robos surgieron tras un dos para uno). Aunque lo peor ocurría cuando le daba por comportarse como una estrella de rock: arrogante, carismático y resolutivamente creativo. Sobre todo, en la forma de improvisar genialidades en forma de pase y anotar con la misma templanza que un filósofo hindú.
Así hasta sumar 16 puntos y 10 asistencias. Cuando él juega, uno tiene la impresión de que el baloncesto es un deporte muy sencillo. Es lo que sucede con los más grandes. Su clase magistral puso por delante al DKV en la primera mitad.
El Fuenla, por su parte, exhibía dejadez en defensa, su zona 2-3 no funcionaba porque los jugadores no salían a puntear los tiros verdinegros con la determinación necesaria. Los locales se mantenían a flote gracias a la efervescencia anotadora de Oleson (22 puntos y 5 asistencias), dispuesto a parecerse a su mejor versión. Entre él y la clase de Saúl (16 puntos y 5 rebotes), el Alta Gestión aguantó el tirón de los catalanes.
Sí, el cuadro madrileño aguantó hasta que restaban quince minutos para el final del partido. A partir de entonces, el encuentro se quebró y comenzaron a llover triples verdinegros desde todas las posiciones. Por ejemplo, una canasta de nueve metros de Coby Kart que hubiera quedado niquelado en un anuncio de hamburguesas.
En esa coyuntura, se afianzó Bogdanovic, que hizo de su versatilidad una pesadilla para los hombres naranjas. También Jasaitis, que anotó casi todo lo que probó (3 de 3 en triples y 2 de dos en canastas de 2). El Fuenla tuvo algún arrebato de orgullo a cargo de Sandes en defensa u Oleson o Bueno en ataque. Pero, en general, naufragó. Walters se puso malo por culpa de la gripe Rubio y perdió hasta ocho posesiones. Aunque lo peor fue la falta de actitud del colectivo en las últimas defensas, parecida a la que se apreció la jornada anterior en Bilbao.
En suma, queda un regusto melancólico por este último trecho liguero. El equipo ha completado un curso fantástico, pero queda la sensación de que era el año para aparecer en la foto de los mejores. Para colmo de desconsuelo, perdieron Pamesa y Bilbao. Si el Fuenla hubiera ganado, estaría allí. El mejor resumen a la temporada lo puso Luis Guill en rueda de prensa: “Ha sido una temporada notable, habría sido sobresaliente si nos hubiéramos clasificado para los play-off”. Ambición y exigencia.
Ahí puede estar el futuro del Fuenla a corto plazo. Un futuro que ayer se empezó a estrenar con la despedida oficial de Ferrán López (inminente director deportivo) ante el público, en un emotivo homenaje a un hombre que ha simbolizado como nadie la garra, el orgullo y el carácter que han llevado al Fuenla a ser un equipo ACB consolidado.
Puedo pregutnarte una cosa???
ResponderEliminarUna cosa tonta, jejeje: ¿porque a Kris le cambias el apellido???
Es Valters, con V, no Walters... jejejeje.
Qué pena no poder terminar como se mrecía Ferrán, pero bueno, no estuvo mal...
No estuvo nada mal, Rober. Pero bueno la vida no es perfecta todo el rato. El deporte, sí, algunos partidos, por eso nos gusta tanto.
ResponderEliminarTienes razón; he rebautizado a Valters con una W, el caso es que cuando pienso en él pienso en alguien eléctrico, impredecible, a veces caprichoso, y sobre todo talentoso, como los bases americanos de toda la vida.
Así que puede que esa W simbolize eso; estamos hablando de un base con marchamo de yankee, de superclase.
Aupa Fuenla y aupa Ferrán!