El camino está lleno de hojas derrengadas. Un chico despistado, un chico contento vuelve al escenario donde los cambios se volvían ciclón y sonríe despacio. A unos pocos centímetros, le acompañan un coro de patos, a cual más naranja. Su sonrisa es la de un recién premio. Una mezcla de alegría y vacío (como cuando tiemblas y se te cumplen los sueños). Navega sobre la fluidez, pero su amigo el pato punk no es de la misma opinión: se afila la cresta y empieza a girar sobre agua en sí mismo. Transparente está helada pero a él indiferencia. Es diversión. Repite y repite hasta perder el contacto con el grupo. ¿Por qué el resto de patos no le acompañan? El humano azul tuerce el pico de sorpresa y se divierte viendo su amor a la ola, aunque le vaya a costar una pulmonía. Cuando quiere darse cuenta, tiene calor en el barrizal de un ático en Menorca. Ella le roza. Sólo la piel. Y la fascinación dura hasta la noche cuando descubre la inaugural de ojos increíbles. Eso ya es otra historia.
Porque a veces una mirada resume el universo.
Estoy de acuerdo contigo; los gestos y,en particular modo, las miradas(y las sonrisas!) tienen un poder inmenso..esconden y trasmiten la esencia de cada persona..
ResponderEliminarSilviaSonrisa