miércoles, abril 25, 2007

En sus mágicos bolsillos (mejor cosidos)


Esquinando rascacielos
descuenta temblores a la belleza
con el mismo asombro
con que roba chocolatinas a los fantasmas.

Adolescente
confinado en las cansadas paredes de su piel
invita a probar todo el humo
del incendio en el azul de su házmelo.

Ella le ignora con los ojos bien abiertos.

Y Don José musica sus alucinaciones
para disimular el la vergüenza
de quien apenas contiene la vida sublevada.

En sus mágicos bolsillos
palabras como economía, sordera o
dinosaurio
fermentan en una lluvia de imágenes
aún por descifrar.

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