jueves, febrero 01, 2007

Música y contagio


Un chico se emborracha para aterrizar en los treinta. Unos días después, recuerda con ironía la escena mientras declama los versos de su primer poemario, Fatiga de Materiales. El chico bebe por afán de celebración. Algo parecido sucede con sus piezas musicales, digo poemas. Un territorio donde cincela historias melancólicas provistas de un optimismo a prueba de lugares comunes. El chico es un niño cuando celebra la belleza de un acercamiento, el temblor de un instante. Canta con la arrogancia de quien concibe el acto creativo como un juego, una excusa para hacer un ajuste de fantasías a la
realidad. Adora la sugerencia de unas palabras repitiéndose, probando nuevos firmamentos, apareciendo de ninguna parte. Acerca a una desconocida y explora sus tormentos para incitarla a la aventura. El trovador se llama Gonzalo Escarpa y es figura clave del Centro de Poesía José Hierro de Getafe, también agitador cultural que no conoce el descanso ni la etiqueta. Reivindica la poesía visual, la fusión de palabra, sonido, imagen. Sus imágenes se proyectan al borde de un estallido de tristeza o alegría. Y el libro contagia el gusto por la música y lo épico, donde lo mismo apura a fondo la cercanía de su chica que señala los mejores desconocidos españoles bardos. Por el camino, compone una cadencia donde nos invita a seguir bailando; seguir intentándolo.

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