Ya no cuentan los años. Ni siquiera la expansión de las decepciones. Mirando esta agua irreal que arañaste de la realidad puedo descansar. Descanar del mundo. Descansar de mi. Cuarenta años y un hijo y un par de novelas. Pero no puedo librarme de tu recuerdo. De tu tacto. Por eso esta noche me pienso refugiar en el calor de esta botella. Y no, no te creas tan importante. Es sólo que las ruinas están aquí dentro.
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