A tres horas de vuelo. Cientos de días de por medio. Y sin embargo te coronan siguen como repentino rey de la casa. Dulces. Bromas. Confianza oceánica en unas cualidades inexistentes que ellas no se cansan de recordarte. Una sonrisa, un gesto. Tías como las de las películas: incondicionales y generosas. Llenas de historias, confiadas, dispuestas a aparcar cualquier disgusto para celebrar a los nenes revolteando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario